sábado, 6 de septiembre de 2014

TRANSPORTE PÚBLICO, EQUILIBRIO FINANCIERO Y DERECHOS FUNDAMENTALES: La movilidad más allá de $100 pesos



El incremento formalmente mínimo de $100 pesos que se anunció para 2015, materialmente resulta ofensivo para una ciudad que ha tenido que soportar un servicio deficiente, y que pareciera pretender un equilibrio financiero, por encima de una efectividad del servicio.

El Sistema Integrado de Transporte Público en la ciudad de Cali, fue una estrategia que respondiera a los problemas generados por la densidad poblacional de la capital vallecaucana, y las dificultades de movilidad, pues según se justificaba en las iniciativas de la época, el transporte tradicional no era consecuente con las necesidades de la población.

Con el nuevo sistema se buscaba dar solución a problemas de congestión vehicular, inseguridad al interior del transporte colectivo, reducción de la carga contaminante, y los problemas asociados a la llamada “guerra del centavo” entre los motoristas.

De otro lado, el sistema se concibió como una forma de articular de manera anillar a una ciudad caracterizada por su estructura monocéntrica, esto es, que sus actividades principales, productivas y de desarrollo urbano en su mayoría se encuentran concentradas en determinada zona, y que el diseño debía, por lo tanto, garantizar la articulación de la periferia con esa zona urbana de mayor movimiento de industria, servicios, gobierno, entre otras.

Lamentablemente desde su implementación, el SITP - MIO parece estar empeñado en cualquier cosa, menos en alcanzar esos objetivos. En principio, el problema social que ocasionó la decisión, de más soberbia y arrogante de un Secretario de Tránsito en la alcaldía de Guerrero de reducir la oferta de buses tradicionales a cualquier costo, desconociendo lo contemplado en el Decreto 0302 de 2007, complementado por la resolución 0408 de 2012 que establecía las condiciones para la eliminación de vehículos, así como su incorporación al Sistema, “de manera que la capacidad transportadora prevista refleje adecuadamente el retiro del servicio de los vehículos adquiridos o desintegrado físicamente por el SITM”.

Ese retiro de vehículos, que se justifica en la medida en que se debe reducir la oferta  del transporte colectivo tradicional para lograr la estabilidad financiera y los demás objetivos del Sistema, y que requería sacar los otros tipos de transporte,  no debía hacerse de forma arbitraria ni oscura, sino de forma progresiva para no afectar a los transportadores del servicio tradicional.

Por otro lado, reducir la oferta del transporte tradicional implica garantizar que el cubrimiento del Sistema efectivamente supliera la demanda de transporte, y que logara el objetivo de articular la ciudad. La realidad es que la cobertura es deficiente, y las zonas periféricas (comunas 14, 21, 18, 22 y ladera) se encuentran con insuficiencia en el abastecimiento de transporte para conectarla con esa ciudad monocéntrica.

Sin entrar en mayores factores descriptivos de las fallas del Sistema (mal mantenimiento de los vehículos, fallas en la implementación de medidas con enfoque diferencial para población con discapacidad y adultos mayores, excesivos tiempos de espera, entre otros) lo cierto es que más que un tema de equilibrio financiero, se trata de un tema de carácter humano en una ciudad con graves problemas sociales.

De un lado, la afectación de la ocupación de los transportadores y toda la cadena que participaba en el servicio de transporte colectivo que perdió su fuente de ingreso de manera abrupta y no progresiva con concertaciones y medidas paliativas, y de otro las afectaciones a la comunidad usuaria del SITP – MIO, evidencian que se trata de un servicio deficiente y que afecta de forma sustancial derechos fundamentales de los habitantes de la ciudad.

En los últimos días a la inconformidad con el servicio prestado por la empresa Metro Cali S.A. y los operadores del Sistema Integrado de Transporte Público – MIO, se le ha sumado la molestia generada por el anuncio del incremento en la tarifa de este servicio para el próximo año en $100 pesos, y las implicaciones de la renegociación del contrato con los operadores.

El incremento formalmente mínimo de $100 pesos que se anunció para 2015, materialmente resulta ofensivo para una ciudad que ha tenido que soportar un servicio deficiente, y que pareciera pretender un equilibrio financiero, por encima de una efectividad del servicio.

El equilibrio financiero que los operadores y directivos de Metro Cali S.A. requieren, no puede estar divorciado de un servicio que se preste con garantías y mínimos para una población, especialmente la que se encuentra en la periferia, que requiere de proyectos de inclusión, y es precisamente la movilidad uno de los factores que hoy a través del Masivo Integrado de Occidente se ha convertido en factor de exclusión y olvido para ellos.
  
Metro Cali S.A, las autoridades locales deben comprender, que si bien es cierto el transporte masivo es una industria, es deber del Estado local garantizar que ese servicio se preste en condiciones de libertad de acceso, calidad y seguridad, y que el alto tribunal constitucional en su sentencia C – 439 de 2011 precisó por cuanto se trata de un derecho de libre locomoción y de libre acceso, que el Estado debe diseñar y ejecutar “políticas dirigidas a fomentar el uso de los medios de transporte, racionalizando los equipos apropiados de acuerdo con la demanda y propendiendo por el uso de medios de transporte masivo”.

Tal vez si sus dueños y directivos buscaran efectivamente fomentar el uso de este medio de transporte, garantizando un servicio o al menos fortaleciendo su prestación en condiciones de calidad y garantizando la integración de la ciudad, la ciudadanía no encontraría grosero y atorrante el incremento de $100 pesos en su tarifa de movilidad.