Uno
de los varios indicadores para medir el nivel democrático de un gobierno reposa
en el entorno que rodea a la oposición y a las visiones antagónicas al
oficialismo. En ese sentido, además de las condiciones para elecciones
periódicas que permitan la alternancia del poder, es necesario que existan
espacios para el ejercicio de contradicción por parte de opositores al gobierno
de turno, sin señalamientos ni estigmatizaciones por parte del discurso oficial
que ponga en riesgo su libre ejercicio político.
Por
su parte, la oposición tiene unos límites éticos en cuanto al ejercicio como
tal de su derecho político y democrático, especialmente si como en el caso
colombiano esa bancada ha detentado las riendas del poder político.
En
este caso, luego de la elección de Juan Manuel Santos como presidente de
Colombia, ha sido cada vez más fuerte y marcada la oposición que el denominado
uribismo ha querido visibilizar ante la opinión pública.
Este
sector político liderado por el expresidente hoy senador Álvaro Uribe Vélez,
acompañado por una serie de personajes desconocidos que reposan bajo su ala sin
mayor logro que haber defendido el
llamado legado de la Seguridad Democrática, y que viven de vociferar mentiras
como mantras para animar a sus huestes en redes sociales, es un ejemplo de la
transgresión a los límites éticos que debe tener una oposición.
Durante
el gobierno del senador Uribe se tomaron varias decisiones similares a las que
hoy le critican al gobierno de Santos. En algunos casos incluso intentaron
adelantar gestiones que hoy le son reprochadas al gobierno y que durante su
oportunidad de alguna forma fueron truncadas las aspiraciones, legítimas o no,
legales o no.
A
modo de ejemplo basta mencionar:
- El gobierno de Uribe
intentó adelantar un acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC y el ELN,
afirmando incluso que si era necesario eliminar los obstáculos jurídicos para
su participación política, esto debía lograrse. Hoy critica la posibilidad que
se ha considerado en el proceso de La Habana.
- El uribismo critica
el aumento irrisorio del salario mínimo, junto con el rechazo a la posibilidad
del aumento del IVA, lo cual sería considerado si no fuera porque durante ese gobierno
los incrementos salariales en varios de los 8 años no pasaron de la inflación,
aumentó del 8% al 16% el IVA y subió del 2 al 4 x mil.
- Como oposición han
señalado que se sienten objeto de persecución por parte del oficialismo, pero
durante el gobierno de Uribe se institucionalizaron los falsos positivos, las
mal llamadas chuzadas del DAS, el señalamiento a las Cortes y Jueces y la satanización
a periodistas y opositores siendo graduados de “guerrilleros vestidos de civil”.
- El uribismo ha sido
enfático en oponerse, como muchos sectores, a la venta de ISAGÉN, pero en el
año 2007 durante su mandato planearon venderla por un valor de 4.5 billones de
pesos.
- Uribe afirmó durante
su gobierno que era objeto de ataques mentirosos sobre su gestión y otras
acciones que varios reprochábamos por su abuso del poder, pero es hoy el
uribismo quien se ha basado en una serie de mentiras para oponerse al proceso
con las FARC, como que mantendrán sus armas, entre otras.
Resultan
estos algunos ejemplos que merecen la atención para entender que la oposición
tiene derecho democrático a ejercer políticamente su contradicción al gobierno
de turno, pero debe tener un deber ético cuando se mira al pasado y puede
resultar con rabo de paja.
Han
resultado como opositores grandes fieras en redes sociales aprovechando la mala
memoria del colombiano para oponerse a varias decisiones del débil gobierno de
Santos, y precisamente por esa mala memoria y del cinismo que los caracteriza,
es que han pasado inmaculados por el
fuego teniendo un gran rabo de paja frente a las críticas que han enarbolado.
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