sábado, 14 de abril de 2012

El proteccionismo: una lucha desgastante.

El mundo entero enfrenta actualmente uno de los fenómenos más importantes de la historia de la humanidad: la eminente liberalización Comercial. Esta, al lado de la globalización económica y la integración regional están marcando el “nuevo orden mundial” en cuanto a comercio y economía de las naciones y entre las naciones se trata.

Las naciones están dando el esperado paso para muchos y temido para otros, del antiguo proteccionismo estatal a las economías locales, hacia la liberalización comercial (libre transito de bienes y servicios entre naciones) de mano de la globalización económica (libre movilidad de capital y trabajo) y con una marcada integración regional (celebración de tratados comerciales entre los diferentes Estados) para abrir las economías locales al mundo entero. Frente a este proceso y fenómeno, entidades como la OMC, están encargadas por voluntad de las naciones de guiar y orientar el rumbo de sus signatarios de este “nuevo orden”.

El “nuevo orden” implica que los Estados deben reformar sus instituciones jurídicas comerciales para evitar un trastorno interno cuando la eliminación de cuotas textiles se diera lugar el 1 de enero de 2005, lo que significa moderación en el proceso, también es sano hacerlo gradualmente y no de una forma radical e inmediata, como fue la voluntad de la OMC. Sin embargo, la decisión de la OMC no es ni debe ser suficiente, pues en aras de no menoscabar la autodeterminación de los pueblos ni la soberanía nacional de estos, son los propios Estados los que deben guiar su modificación interna hacia esta liberalización y es obvio que si estos no se lo proponen se verán avocados a una desbordada y desigual competencia en el mercado global e interno.  Lo que quiero decir es sencillo, sin la voluntad real de las naciones de dar el paso, el avance,  la OMC no podrá hacer nada y las únicas perjudicadas serán las naciones que aun temen dejar el proteccionismo, como ocurre actualmente con el caso de las cuotas textileras y la competencia voraz que se avecina con China.

Ahora bien, existe otro elemento en el tema del proteccionismo que lo analizo desde otra óptica: la flexibilización de las leyes laborales colombianas. Pues si bien es cierto que abandonar el proteccionismo implica  eliminar esa esfera en que el Estado tiene a sus productores como sector intocable de la economía, y que con la liberalización económica los que se verán mas beneficiados serán los consumidores, no es de dejarse de lado que quienes consumen son los trabajadores y no creo concordante, menoscabar la situación laboral de los colombianos que bien deteriorada esta, simplemente por lograr una mano de obra mas barata para tener productos con menor costo de producción cuando no tendrán el dinero suficiente para lograr una demanda que abarque la oferta que se avecina con la eliminación de la ya mencionada cuota.

Creo que si es necesario realizar muchas modificaciones internas, más no considero la necesidad de flexibilizar la legislación laboral que de hacerlo tendríamos un paño húmedo de derechos y protección a la clase obrera. Para lograr la competitividad que la producción nacional necesita se deben abaratar costos de producción para eso existen otros mecanismos que la misma liberalización comercial, globalización económica e integración regional ofrecen, como seria la importación de maquinarias sin arancel, la importación de materias para la producción, etc.

Es verdad, el fenómeno del “nuevo orden” es una realidad, y como tal las naciones deben enfrentarlo, afrontarlo y acogerlo, con seriedad y compromiso, sin temor pero con cautela. La competitividad de nuestra producción debe aumentar y para ellos debemos reformar muchas instituciones internas, debemos incursionar en este nuevo orden de forma decidida, sin embargo no implica este accionar de las naciones bajo el discurso anti proteccionista, que se deba desproteger al trabajador que en ultimas es quien consume, y los beneficiarios de la liberalización comercial serán los consumidores. Creo que los Estados al reinventar su legislación comercial y política de comercio exterior debe también buscar la forma de hacerlo aprovechando lo que el nuevo orden ofrece sin menoscabar y así hacer nula la protección de la clase trabajadora, que Colombia de sostiene de ella.

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