lunes, 16 de julio de 2012

LA AUTONOMÍA INDÍGENA: El debate perdido entre balas e insultos


Colombia, a partir de 1991, rompe, en teoría, con un modelo de Estado hegemónico y basado en el monismo jurídico para abrirse a un modelo de Estado que se reconoce como pluralista en el respeto a la diversidad étnica y cultural, es decir, en el multiculturalismo.

Foto tomada de Semana.com
En 1991 Colombia asume el reto de romper con una tradición jurídica donde el Estado es el único productor de normas jurídicas y donde la diversidad étnica, cultural y religiosa era invisibilizada por la hegemonía de una sociedad mayoritaria, blanca y católica.

A pesar de ese reconocimiento formal, y que además constituye mandato de rango constitucional, incluso en el diseño de políticas públicas, los debates en torno a los alcances jurídicos de las disposiciones constitucionales y las interpretaciones judiciales que de ellas se hizo, nunca ha sido abordado con interés por parte del establecimiento, y solo muy recientemente por parte de la academia.

En el periodo de 1992 a 1995, las decisiones adoptadas, tanto administrativas como judiciales, fueron de carácter errático, con algunos aciertos (sirvan de ejemplo la T – 567, T – 188 de 1992, T – 342 y T – 384 de 1994) y otras fueron desacertadas, e incluso perjudiciales (como la T – 254 de 1994) para la consolidación de un criterio solido y orientador del Estado multicultural.

Con interpretaciones posteriores, y algunas producto de nuevas reivindicaciones de la academia y los movimientos sociales, la discusión aborda otro camino más elaborado (en ese sentido puede verse la T-496 de 1996, T – 239 de 2002 y más reciente la T – 129 de 2011 sobre la consulta previa como derecho fundamental), pero todavía con mucho por recorrer sobre los alcances del reconocimiento a la autonomía territorial indígena, sus usos y costumbres y los límites a ellos.

Todo lo anterior a propósito de la delicada situación del Cauca y su comunidad indígena, pues no es nada nuevo que los Pueblos Indígenas han estado sometidos a estigmatización en el marco del conflicto armado, lejos de ser tenidos como víctimas del mismo, dada la vulnerable condición de minoría, aislada y olvidada, no solo por el Estado, sino por parte de toda esa sociedad mayoritaria, de esa sociedad occidental que la sometió antes y aun, al rechazo y exclusión.

Para efectos de ejemplificar, solo basta con conocer las declaraciones vergonzantes del Ministro de Defensa, de quien, valga decirlo, debería estar el Presidente buscando su remplazo. O escuchar y leer opiniones generalizadas entorno  las demandas indígenas sobre sus territorios y su clamor por ser excluidos del conflicto, pues si bien es cierto que existen infiltrados (como de igual forma las fuerzas oscuras de la ilegalidad han infiltrado muchos de los establecimientos y espacios sociales y políticos), también están siendo reclutados forzadamente, satanizados por todos los bandos del conflicto, y sometidos a un escarnio público inconducente por falta de conocimiento sobre lo que se está debatiendo.

A manera de ejemplo, se puede leer la lamentable y sucinta  columna del General Álvaro Valencia Tovar donde, sin ningún criterio jurídico ni constitucional, se sirve de citas de artículos de la Constitución por la supuesta necesidad de clarificarlos, pero con el mismo tufillo de estigmatización sobre los Pueblos Indígenas que durante décadas han tenido que soportar.

No pretendo tomar posición sobre la viabilidad o pertinencia de la reciente solicitud acerca de la expulsión de TODOS  los actores armados de zonas de resguardos indígenas, pretendo denunciar la omisión histórica en torno al debate sobre la autonomía indígena, denunciar las irresponsables afirmaciones y declaraciones provenientes del establecimiento que ponen en riesgo la misma seguridad e integridad de los habitantes, rechazar las opiniones sin criterio, sin rigor, que se hacen desde esa mayoría blanca en contra de poblaciones histórica y sistemáticamente excluidas y en riesgo del exterminio.

Si es necesario abrir el debate sobre la exigencia indígena, debe hacerse desde marcos epistemológicos distintos a los tradicionales, desde ópticas interculturales y no belicistas, pero entiendo que lo que estoy pidiendo es un absurdo para quienes la militarización es el único modelo válido, y cualquier postura diferente resulta un despropósito y una afrenta a su retorcido nacionalismo occidental.

5 comentarios:

  1. Interesante entrada...retorcido nacionalismo occidental que encuentra en el conflicto armado una excusa y un motivo mas para acabar con la diferencia y la diversidad cultural en el país.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es retomar el discurso del nacionalismo hegemónico, sin atender esas cosmovisiones para la construcción de un Estado plural y multicultural. Abrir el debate desde ese discurso, es inconducente y perjudicial.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Para entender a las comunidades indígenas y a las demás comunidades étnicas hay que desligarse del método tradicional, de la visión nacional que se nos ha impuesto. Esas comunidades nacen a partir de cosmogonías diferentes, por lo que obligarlas a actuar bajo un pensamiento europeo occidental siempre ha sido el peor error en la historia.

    ResponderEliminar
  4. Para entender a las comunidades indígenas, y a las demás comunidades étnicas del país hay que desligarse del modelo tradicional y de la visión unica de país que se nos ha impuesto. Estas comunidades responden a pensamientos cosmogónicos diferentes al europeo occidental. Y el peor error siempre ha sido tratar de imponer sobre ellos la visión de mundo que tenemos.

    ResponderEliminar