Mi reflexión sobre las
elecciones atípicas.
Las elecciones atípicas
para gobernador del Valle del Cauca celebradas el pasado domingo 01 de julio,
dejan mucho que pensar acerca de la situación de la región.
La contienda se
caracterizó por la falta de debate y espacios de interacción entre los
candidatos y entre estos y los ciudadanos, bien sea por motivos de tiempo o por
el empeño más de maquinarias por consecución de votos antes que de debatir
ideas y programas.
De otro lado, las dudas
e intrigas que rodearon estas elecciones, parecían no tener fin. Un candidato
apoyado por Juan Carlos Martínez, de forma abierta, y los rumores de los apoyos
subterráneos, tanto a Ubeimar Delgado como al mismo voto en blanco (Lea el
artículo en La
Silla Vacía) por parte del mismo ex senador.
Al final, un gobernador
electo con algo menos del 20% del caudal electoral, es decir, más del 80% de
abstención en una región con 3 gobernadores destituidos, crisis social y
presupuestal (el departamento se encuentra sometido a ley 550) con riesgo de
disminución de categoría, rodeado de mafias y corrupción.
Un gobernador electo
cuya competencia era, por un lado, el candidato del MIO, desconocido para la
región pero apoyado por fuerzas de no muy buena reputación, y de otro, un candidato
del Polo Democrático que, no sobra decir, era el único con formación profesional para
asumir las riendas del departamento, pero sin maquinaria ni tiempo para
proyectarse en la contienda.
Un gobernador electo
cuya caracterización, en palabras del periódico El País de Cali es de un hombre
“católico practicante, un hombre
profundamente devoto que reza todos los días, que lleva en su cuello un
escapulario, tiene un Cristo que domina la entrada de su apartamento y va cada
ocho días a misa. Vive muy cerca del Santuario de la Virgen de Fátima en el
barrio Granada, al norte de Cali.” (Lea Quien
es Ubeimar Delgado, el nuevo Gobernador del Valle) pero sin ninguna
referencia profesional, más allá de un recorrido por cargos de elección popular
como concejal y congresista, que fue apoyado por esa fuerza llamada Unidad
Nacional, que no pasa de ser una fiesta swinger de partidos y burocracia con
fines electorales, liderada por Dilian Francisca Toro y Roy Barreras.
Una Unidad Nacional que
en la región no logró convocar a más del 20% de caudal electoral y que se
mostro en varios puestos de votación, especialmente de la capital vallecaucana,
como contendor del voto en blanco, cuyo total fue de 132.906 (En Cali fue de
80.765 votos, 10.000 menos que el gobernador electo) y que, si bien no logró su
cometido de convocar nuevas elecciones (para lo cual requería de mayoría
absoluta), está siendo interpretado como un primer paso de indignación de una
región somnolienta y caracterizada por el letargo político perpetuado por las
tradicionales élites económicas y politiqueras, sin mencionar las “élites” de
la mafia que han capturado las instituciones.
Lo que al final queda
de toda esta experiencia “atípica”, es el reflejo de una región apática, en
crisis e indiferente a su futuro, los altos niveles de abstención son el síntoma
de una problemática grave y profunda.
La tarea del gobernador
electo es asumir un cargo sin legitimidad, dado los niveles de abstención, pero
que el escenario actual demandan gestión eficiente y pertinente, más allá de
escapularios y misas periódicas, para poder afrontar la deteriorada situación
regional.
La de quienes apoyaron
el voto en blanco, es trascender de la indignación en las urnas y asumir un
papel proactivo y de control crítico a la gestión del gobierno electo, más
cuando muchos de los seguidores “del blanco” son jóvenes con ganas de arrebatar
de las manos politiqueras y tradicionales el futuro de la región.
Que no se olvide
entonces que el actual gobernador,
además de ser ilegitimo por el letargo de muchos representado en los niveles de
abstención, curiosamente enfrenta
también una juventud que está despertando de ese adormecimiento demostrado en
el voto en blanco, además de asumir una región sumergida en crisis. Esperemos a
ver con que nos resulta nuestro devoto gobernador.
P.S. No esperemos las próximas elecciones,
continuemos construyendo cambio y generando reflexión más allá de las urnas,
así algunos nos llamen vallecaucanibales.
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